lunes, 14 de junio de 2010

Miguel Labordeta


"Desde su alfa hasta su omega, desde su 16 de julio del año 21 hasta el 1 de agosto del 69, Miguel creció cumpliendo con las premisas de todo pequeño burgués: asistió a la primera enseñanza, hizo estudios de bachillerato y luego, como buen alumno, se licenció en Historias; pero su vida subterránea iba creciendo entre la socarronería y el humor, entre la reflexión y el silencio.
Cuando marchó a Madrid para doctorarse-tiempos de racionamientos y de aceites de soja-esperando un día volver y presidir una Cátedra Universitaria se nos trajo, a cambio, su primer libro de poemas: "Sumido 25".
Desde ese instante, seguro de lo que hacía y de lo que iba a hacer, Miguel ocupó su lugar entre los heterodoxos españoles. Se independizó -a veces brutalmente- de todo el ringo-rango literario hispánico. Permaneció en esta Ciudad desoladora y desolada por cierzos y veranos atroces rodeado de amigos y paisanos, tan despiadadamente heterodoxos como él.
Miguel, muy poco a poco, fue desguazándose, cerrándo más su propia fila. De esta soledad, de esta aislación, fue surgiendo su mundo metalírico y épico.
Su humor-un humor salvador-jamás estuvo ausente de su voz atronante y de su gesto amplio. Con humor superó las primeras críticas a "Sumido 25"; con humor soportó la aislación oficial, el silencio de todos los prebostes de las letras y puntos del País.
Con ternura y humor iba avanzando a golpes por la cruel y desolada vida, sin estar preparado para este juego sucio y vil y cotidiano, hasta que una tarde decidió abandonarnos y se fue.
Hoy, cuando me toca recordarlo, cuando me tengo que zambullir en el pasado y rescatar su gesto, lo encuentro variopinto, juvenil, desolado. Vestido de baturro cuando niño, amargo cuando mozo, desconcertado y solo vestido de soldado, o feliz presidiendo una cena rodeado de amigos y parientes. Lo veo con su boina en las gradas del fútbol; lo veo con su viejo gabán hablando a gritos; lo veo en el silencio de la medianoche escribiendo los versos más descorazonadores sobre este "mondo lirondo" que nos ha tocado en suerte.
Lo veo de tantas formas que prefiero no recordarlo a él y sí a sus versos, porque su recuerdo me llena de amargura y sus versos de savia renovada."

José Antonio Labordeta

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